la atraccion del medio formato.

guillem escribió: Yo también Jhon, pero no llego a un a Hassel, yo voy por algo más sencillo una Mamiya c330.

un saludo

Es una buena cámara, Guillem, como todo lo hecho por Mamiya hasta ahora pero es mucho más pesada que una Rolleiflex. De hecho es una copia japonesa de la cámara alemana y lo que los técnicos de Rolleiflex implementan con ingenio (las lentes Rolleinar), los japoneses de Mamiya lo solucionan haciéndola de lentes intercambiables y añadiendo peso. Sin embargo es una cámara que ha tenido sus partidarios, y los tiene. Mejor con trípode que a pulso y mejor la C-330 de las últimas series que los modelos anteriores.

Curioso: Avedon y Penn siempre prefirieron la Rolleiflex pero Diane Arbus, que comenzó con otra Rolleiflex, terminó usando Mamiya.

Mamiya tiene una cámara que a mi juicio supera con mucho a la c-330, la Mamiya 6. Mejores lentes, mejor diseño y ergonomía, más precisa... en fin, esto también va en gustos, como casi todo.

A mí, siguiendo el consejo de Ansel Adams, lo que de verdad me atrae es el Gran Formato. Qué placer manejar esas cámaras que permiten todo, que no tienen límites en lo que pueden hacer. Utilizar los mejores diafragmas de cada objetivo y poder tener todo a foco con ellos (no son los más cerrados como algunos creen). Pero amigos, hay un problema: ya no tengo ayudante ni estaría justificado coger otro en estos tiempos de crisis. Imaginad un tipo dado de alta, que trabaja para ti 8 horas al día, y que carga con el material que uno, por edad, ya no puede. Una 20x25 no es sólo la cámara -que pesa mucho aunque sea ligera- sino el trípode y la rótula, que han de ser muy fuertes para soportar la cámara y que no haya trepidaciones indeseables. Los chasis, una docena por salida, fotómetros (luz incidente y spot de 1 grado), manga oscura adecuada al tamaño de las placas por si hay algún incidente. Qué bien se entiende la frase de Edward Weston cuando decía que no hay un sólo paisaje que valga la pena que no se pueda tirar desde el coche (jajajaja). Obviamente es una broma pero él lo hacía muy a menudo (y muchos lo hemos hecho): llevaba la cámara puesta en el trípode en el asiento trasero y no tenía que montar el gran cirio cuando veía algo que le atraía.
Su hijo Brett _gran fotógrafo también- utilizaba un sistema distinto: dejaba el coche con el material y hacia expediciones a pie, sin cargar con peso, buscando temas. Cuando encontraba algo lo situaba mentalmente y regresaba al coche a por el material. Era un tipo fuerte y atlético y no tenía problemas en cargar con la impedimenta. Raramente hacía más de un par de placas. Por cierto que, al cumplir ochenta años, destruyó todos sus negativos para que no volvieran a ser copiados jamás. Es decir, todas las copias que se conservan de Brett Weston son de su propia mano.

Bueno, eso, nostalgia de un tiempo probablemente ido para siempre y la conciencia de que los años no perdonan y hay que adaptarse a lo que viene. Bastante suerte es poder contarlo, otros están ya bajo tierra.