Ladrones de objetivos...

A mí me montaron la siguiente en La Habana. Un tipo estaba sentado en una silla a la entrada del Centro Nacional de Danza. Al pasar por allí se levantó y vino a saludarme muy solícito por ser yo español, nación a la que adoraba y de donde vinieron sus antepasados (aunque era más oscuro que el sobaco de un grillo). Se prestó a acompañarme en el paseo y le dije que ni hablar, que me gusta ir solo. Entonces me advirtió de una serie de peligros si bajaba hacia el malecón pues aquella mañana estaban fumigándolo por miedo a la gripe A (sic).

Era todo amabilidad y dulzura aunque un mentiroso integral. Le seguí el juego un rato, pensado que se trataba de darme el sablazo, como es costumbre. Me preguntó si conocía a alguien en Cuba y le mencioné el nombre de un amigo (es real) que trabaja para el gobierno de la isla como asesor en algunas operaciones financieras en el extranjero.

Desapareció un momento como que se largaba al servicio y yo creí que ya se habría largado con viento fresco pero volvió a los pocos minutos. Cansado ya del juego psicológico con el fulano le dije que me marchaba y preguntó si podía acompañarme unos pasos para estirar las piernas y se ofreció para lo que quisiera como bedel que dijo ser del Centro Nacional de Danza, bocado apetitoso fotográficamente hablando. No habríamos caminado veinticinco metros cuando se presentó un negrón como un armario empotrado de grande. Le nacían los músculos por debajo de la nuca y los brazos eran como la pata de una mula. El supuesto bedel se quedó callado, tan sorprendido como yo, y el forzudo me dijo que venía a buscarme en coche de parte de mi amigo (el que yo había comentado), que era su chófer y guardaespaldas. Me eché a reír y le pregunté cómo se apellidaba mi amigo y jefe suyo. Se quedó parado, sin articular palabra, y les dije a los dos que con esas mimbres no iban a llegar muy lejos. Di media vuelta y continué mi paseo. No volví a verlos por la zona en todo el tiempo que viví en aquel barrio.

Mzungu escribió:

Pedro J. escribió: Madre mía!! La cara de tonto que se te tiene que quedar...

creo que la cara ya la tenía de antes ese.

¿A quién se le ocurre pasearse con semejante pepino por una ciudad con probabilidades de mangutas? Una bolsillera, hombre. Y bien forrada de cinta fotográfica para que crean que no vale nada y que está llena de remiendos. Cuando viajo a países en los que una cámara buena representa que la familia del manguta coma unos meses, gasto medio rollo de cinta en camuflar las cámaras. Sería mejor decir en desfigurarlas. Los leones siempre eligen a la cebra más torpe e ir exhibiendo un equipo como el que lleva el robado es ir pidiendo que te lo quiten. Joder, si hay sitios donde un par de zapatos ya representan un buen bocado.

En Cuba, un peligro cierto es emborracharse. Los turistas que van de eso suelen acabar nadando en el malecón, en pelota picada. Eso los que saben nadar y consiguen espabilar la borrachera porque hay otros que desaparecen para siempre jamás. Ya sabéis que en el Caribe hay tiburones.

Por seguir con el tema de Cuba y los fotógrafos. Otra mangutada típica es que te aborde una mulata de las que cortan el hipo. Liga contigo, acabas convencido de que no es jinetera y te crees el tipo más afortunado del mundo. Te la llevas a cenar y, tras el baile de rigor (en el que acabas con más hambre de la tía del que hayas sentido nunca), ella te invita a su casa porque es maja y no quiere que gastes dinero en hoteles.

La cama en la que torearás los seis victorinos siempre está colocada de modo que quede a tu espalda aunque eso no es importante porque la artista se organizará de tal modo que tú no veas ni a una compañía de legionarios desfilando que entrase. La historia termina, podéis imaginarlo, con tu equipo fotográfico, móvil, dinero y la ropa y zapatos que lleves puestos -si son de marca- desaparecidos. Ella no sabe nada porque estaba gosando contigo y las reclamaciones al maestro armero.

No es fantasía, les ha pasado a un par de fotógrafos que conozco.