William Klein (como utilizar magistralmente el grano fotografico)
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10 años 8 meses antes #13
por Waku
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Respuesta de Waku sobre el tema William Klein (como utilizar magistralmente el grano fotografico)
Muy buena página, gracias! A Favoritos directamente!
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10 años 8 meses antes #14
por Factoryman
El mundo es basura, pero me gusta estar vivo.
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Respuesta de Factoryman sobre el tema William Klein (como utilizar magistralmente el grano fotografico)
No esta bueno, esta buenazo!!
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10 años 8 meses antes #15
por Bruno
Respuesta de Bruno sobre el tema William Klein (como utilizar magistralmente el grano fotografico)
Gracias!!!
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10 años 8 meses antes - 10 años 8 meses antes #16
por Daniel
"Realizar fotografías simples de sujetos simples hechas con precisión y minuciosidad, de forma honesta, objetiva y humilde".
Leica M8; objetivo Zarl Zeiss Biogon 35mm f/2.8 T* ZM. Segunda cámara: Leica X 113. Y todo lo que pille para hacer lo que quiero hacer....
Respuesta de Daniel sobre el tema William Klein (como utilizar magistralmente el grano fotografico)
William Klein, el hombre de la multitud
Las ciudades de Klein
Guillermo SOLANA | 16/06/2005 |
www.elcultural.es/version_papel/ARTE/12273/William_Klein_el_hombre_de_la_multitud
Paris, 11 de noviembre, 1968
Ya sé que se han citado diez mil veces las palabras de Baudelaire (inspiradas en un relato de Edgar Poe) sobre el artista moderno como hombre de la multitud (homme des foules):
“La multitud es su dominio, como el aire para el pájaro, como el agua para el pez. Su pasión y su profesión es casarse con la multitud. Para el perfecto paseante, para el observador apasionado, es un inmenso goce elegir su domicilio en el número, en lo ondulante, lo fugitivo y lo infinito”.
Es como si esas palabras se hubieran escrito para el incansable explorador de multitudes que fue William Klein (Nueva York, 1928).
Nacido y criado en Nueva York, Klein se marchó a París al licenciarse del ejército; estudió pintura con Fernand Léger y con André Lhote, creó murales abstractos y comenzó a experimentar con la fotografía inspirándose en Moholy-Nagy y Kepes. En 1954 volvió a Nueva York por invitación de Alexander Liberman, director de arte de “Vogue”, quien le ofreció un contrato para trabajar como fotógrafo de moda (terreno donde introdujo nuevas técnicas informales).
Liberman también patrocinó el proyecto de Klein de captar Nueva York a través de una especie de diario fotográfico. El resultado fue un libro que no encontró editor norteamericano y se publicó en París en 1956 con un subtítulo tan excéntrico como las imágenes que contenía: Life is Good and Good for You in New York: Trance Witness Revels.
En esta exposición del Conde Duque tenemos reunidas las imágenes de aquella obra junto a las de otros tres libros de Klein sobre otras tantas ciudades: Roma (1958), Moscú (1961) y Tokio (1962), así como sus fotos sobre el París de los ochenta y noventa y el espléndido material inédito de un viaje a Madrid en 1956. Klein sale a las calles de Nueva York y de las otras ciudades para abordar la vida directamente, buscando el “disparo bruto”, “el grado cero de la fotografía”.
Su gesto es instintivo y agresivo. Busca una fotografía sin estilo y sin quererlo inventa un estilo absolutamente personal, un estilo que contrasta con el fotoperiodismo amable de “Life” y “Look” y con el buen gusto de los fotógrafos franceses de la época. Del caos urbano extrae la energía para romper todos los moldes de la fotografía convencional. Sus fotos incurren en los “defectos” más obvios: ángulos forzados, desenfoques, contrastes excesivos, grano muy visible.
Pero lo más característico de Klein es una combinación peculiar de intimidad y extrañamiento. En su primer libro sobre Nueva York, el fotógrafo está mirando a los ojos a la ciudad donde ha nacido y crecido. Pero ha crecido como un chico de familia judía pobre en medio de un barrio irlandés. Es un americano que ha vivido seis años en Europa, donde se ha formado su mirada. Y por eso, como él dice, mira a los neoyorquinos con la curiosidad de un etnógrafo, como un explorador blanco miraría a los zulúes.
(las negritas son mías)
Esa extraña mezcla de distancia y proximidad, persiste luego en toda su obra y se traduce en sus recursos formales favoritos, el gran angular y el close-up, instrumentos para abordar a la multitud desde fuera y desde dentro al mismo tiempo.
Con su Leica de gran angular, Klein consigue panorámicas que parecen abrazar el mundo entero y a la vez primeros planos de caras, rostros deformados y grotescos que nos permiten entender por qué Federico Fellini le ofreció un puesto como ayudante en una de sus películas.
Para mi el trabajo de W. Klein es una muestra de lo que se puede hacer con un material sencillo, explicaba que solo tenia una cámara y un solo objetivo, con poco dinero se hecho a la calle. Alejado del burgués Cartier- Bresson, Klein es un obrero, un obrero que no quiere trabajar en las fabricas, es el típico obrero rebelde, una rebeldía demostrada en toda su obra. tanto fotográfica como cinematográfica y pictórica. No me extraña que admirara al boxeador Muhammad Ali. He hiciera el mejor documental sobre el rebelde y radical boxeador.
Le dio igual si la fotos estaban enfocadas, le dio igual si en ellas salía mucho grano, le daba igual si en ellas no había nitidez, vaya la antítesis de algunos fotógrafos modernos.
Esa forma de trabajar para mi solo denota un hombre libre que hacia lo que le daba la gana. La clave era que tenia las ideas claras.
Siguió, eso si, la máxima de Robert Capa: “Si una foto es mala es porque estabas demasiado lejos”. (cito de memoria)
Y el tío mi corto ni perezoso se puso a hacer fotos a un metro o dos de la cara de la gente. En algunos de sus encuadres la gente es consciente de que hacia la foto. En otras nadie se enteraba, cosa que encuentro muy interesante.
Rompió todos los esquemas como es de esperar de una hombre que se siente libre.
Recuerdo que una entrevista acaba diciendo: “Que se vayan a la mierda”.
Una frase que es ideal para ponerla en la tumba de uno.
Me alegro mucho que os haya gustado.
Un fraternal saludo.
Las ciudades de Klein
Guillermo SOLANA | 16/06/2005 |
www.elcultural.es/version_papel/ARTE/12273/William_Klein_el_hombre_de_la_multitud
Paris, 11 de noviembre, 1968
Ya sé que se han citado diez mil veces las palabras de Baudelaire (inspiradas en un relato de Edgar Poe) sobre el artista moderno como hombre de la multitud (homme des foules):
“La multitud es su dominio, como el aire para el pájaro, como el agua para el pez. Su pasión y su profesión es casarse con la multitud. Para el perfecto paseante, para el observador apasionado, es un inmenso goce elegir su domicilio en el número, en lo ondulante, lo fugitivo y lo infinito”.
Es como si esas palabras se hubieran escrito para el incansable explorador de multitudes que fue William Klein (Nueva York, 1928).
Nacido y criado en Nueva York, Klein se marchó a París al licenciarse del ejército; estudió pintura con Fernand Léger y con André Lhote, creó murales abstractos y comenzó a experimentar con la fotografía inspirándose en Moholy-Nagy y Kepes. En 1954 volvió a Nueva York por invitación de Alexander Liberman, director de arte de “Vogue”, quien le ofreció un contrato para trabajar como fotógrafo de moda (terreno donde introdujo nuevas técnicas informales).
Liberman también patrocinó el proyecto de Klein de captar Nueva York a través de una especie de diario fotográfico. El resultado fue un libro que no encontró editor norteamericano y se publicó en París en 1956 con un subtítulo tan excéntrico como las imágenes que contenía: Life is Good and Good for You in New York: Trance Witness Revels.
En esta exposición del Conde Duque tenemos reunidas las imágenes de aquella obra junto a las de otros tres libros de Klein sobre otras tantas ciudades: Roma (1958), Moscú (1961) y Tokio (1962), así como sus fotos sobre el París de los ochenta y noventa y el espléndido material inédito de un viaje a Madrid en 1956. Klein sale a las calles de Nueva York y de las otras ciudades para abordar la vida directamente, buscando el “disparo bruto”, “el grado cero de la fotografía”.
Su gesto es instintivo y agresivo. Busca una fotografía sin estilo y sin quererlo inventa un estilo absolutamente personal, un estilo que contrasta con el fotoperiodismo amable de “Life” y “Look” y con el buen gusto de los fotógrafos franceses de la época. Del caos urbano extrae la energía para romper todos los moldes de la fotografía convencional. Sus fotos incurren en los “defectos” más obvios: ángulos forzados, desenfoques, contrastes excesivos, grano muy visible.
Pero lo más característico de Klein es una combinación peculiar de intimidad y extrañamiento. En su primer libro sobre Nueva York, el fotógrafo está mirando a los ojos a la ciudad donde ha nacido y crecido. Pero ha crecido como un chico de familia judía pobre en medio de un barrio irlandés. Es un americano que ha vivido seis años en Europa, donde se ha formado su mirada. Y por eso, como él dice, mira a los neoyorquinos con la curiosidad de un etnógrafo, como un explorador blanco miraría a los zulúes.
(las negritas son mías)
Esa extraña mezcla de distancia y proximidad, persiste luego en toda su obra y se traduce en sus recursos formales favoritos, el gran angular y el close-up, instrumentos para abordar a la multitud desde fuera y desde dentro al mismo tiempo.
Con su Leica de gran angular, Klein consigue panorámicas que parecen abrazar el mundo entero y a la vez primeros planos de caras, rostros deformados y grotescos que nos permiten entender por qué Federico Fellini le ofreció un puesto como ayudante en una de sus películas.
Para mi el trabajo de W. Klein es una muestra de lo que se puede hacer con un material sencillo, explicaba que solo tenia una cámara y un solo objetivo, con poco dinero se hecho a la calle. Alejado del burgués Cartier- Bresson, Klein es un obrero, un obrero que no quiere trabajar en las fabricas, es el típico obrero rebelde, una rebeldía demostrada en toda su obra. tanto fotográfica como cinematográfica y pictórica. No me extraña que admirara al boxeador Muhammad Ali. He hiciera el mejor documental sobre el rebelde y radical boxeador.
Le dio igual si la fotos estaban enfocadas, le dio igual si en ellas salía mucho grano, le daba igual si en ellas no había nitidez, vaya la antítesis de algunos fotógrafos modernos.
Esa forma de trabajar para mi solo denota un hombre libre que hacia lo que le daba la gana. La clave era que tenia las ideas claras.
Siguió, eso si, la máxima de Robert Capa: “Si una foto es mala es porque estabas demasiado lejos”. (cito de memoria)
Y el tío mi corto ni perezoso se puso a hacer fotos a un metro o dos de la cara de la gente. En algunos de sus encuadres la gente es consciente de que hacia la foto. En otras nadie se enteraba, cosa que encuentro muy interesante.
Rompió todos los esquemas como es de esperar de una hombre que se siente libre.
Recuerdo que una entrevista acaba diciendo: “Que se vayan a la mierda”.
Una frase que es ideal para ponerla en la tumba de uno.
Me alegro mucho que os haya gustado.
Un fraternal saludo.
"Realizar fotografías simples de sujetos simples hechas con precisión y minuciosidad, de forma honesta, objetiva y humilde".
Leica M8; objetivo Zarl Zeiss Biogon 35mm f/2.8 T* ZM. Segunda cámara: Leica X 113. Y todo lo que pille para hacer lo que quiero hacer....
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