Shelby Lee Adams, un gran fotógrafo documental

Brandt escribió:

Wificor27 escribió: Pues coincido con Brandt. No conocía a ninguno pero las fotografías de Shelby me han gustado más.

Pero esta gente no sé si es porque está apartada o qué, tienen una mirada muy salvaje, desafiante y violenta, desde luego los forasteros no deben sentirse muy acogidos con miradas así.

Como he dicho, las fotografias de Shelby me gustan más.

Matan a la gente cuando se les cruza el cable. ¿Quién no recuerda Deliverance, la película de John Boorman? A los apalachianos les ha hecho mucho daño pero no hace tanto que me contó Shelby que uno de sus fotografiados había matado de un disparo con rifle a un cámara de una tv canadiense que se metió a filmar sin permiso. Al criminal no le pasó nada porque el cámara había entrado en su propiedad y ya sabéis que allí eso da derecho a disparar.
Son muy desconfiados y el trabajo de Shelby sería imposible de hacer si no eres uno de ellos. Daos cuenta del carisma de un médico rural y más en un medio como este, con las casas muy alejadas y sin núcleos de población a distancia razonable. Pero, a pesar de lo que pueda parecer mirando a algunos, son personas y tienen sus sentimientos. Hay entre ellos un curioso culto religioso a las serpientes venenosas. El oficio religioso consiste en beber uno de esos mejunjes destilados por ellos mismos y coger con las manos serpientes que pueden matarte. Cada familia tiene las suyas y no hay trampa ni cartón como en la India: estas conservan sus colmillos y veneno. De vez en cuando muerden a alguien y eso se considera no estar en gracia de Dios. A los recién nacidos se les ponen tres o cuatro en la cuna y, si le pican y matan, es que no estaba llamado a la vida. Sorprende las pocas mordeduras que hay para el manejo que hacen de ellas. No las atontan, no penséis que va por ahí la cosa.
Shelby tuvo que hacerse miembro de esa secta y manejar serpientes (ser iniciado) para que le admitieran y quisieran ser fotografiados. en el documental premiado en Sundance se ve el culto e incluso a un devoto mordido que las pasa moradas en el hospital, a punto de perder un brazo.