Los grados en fotografía

Como en cualquier otra actividad la fotografía presenta para quien se atreve a practicarla unos grados o escalones por los que es necesario transitar. No se pueden quemar etapas salvo que uno sea un genio absoluto, como lo fue el niño Lartigue sin saber que lo era (o tal vez por los extraordinarios croppings que hizo Richard Avedon de sus imágenes, aunque esto puede ser interpretado como una maldad por mi parte).

Al principio de todo está la familiarización con las herramientas, más que con el lenguaje y sus intrincadas reglas. El fotógrafo principiante se interesa por cámaras y objetivos, por el uso, por lo que se puede conseguir con ellos. En este grado sus fotos suelen carecer de interés para los demás aunque pueden ser altamente interesantes para el autor. Algunos quedan enganchados para siempre del encanto indudable de toda la parafernalia fotográfica e indagan sin descanso en las herramientas utilizadas por otros fotógrafos pensando ingenuamente que es la herramienta la que ha hecho posible la calidad de las fotografías ajenas. Como he indicado, algunos fotógrafos duran muy poco en este estadio pero otros quedan ahí para siempre.

Superada la etapa anterior, el aspirante se desvincula del interés por los cacharros y se centra en el lenguaje fotográfico que, no lo olvidemos, tiene el suyo propio como otras artes. Ello aunque ahora los tiempos sean muy confusos y sólo parezcan tener éxito aquellos que se dedican sistemáticamente a romper la tradición. Ya veremos (o no, según la edad de cada uno) si el tiempo considera esto humo de pajas o les da la razón. Son decisiones personales pero yo siempre estaré del lado de quienes prefieren aprender de la tradición. Hay que ver mucha fotografía y no sólo en internet. Libros y exposiciones sirven para catar la fotografía en una dimensión mucho más real, especialmente la fotografía a lo vivo, y si pueden ser copias vintage hechas por el autor, mejor que mejor. Aunque no se debe olvidar que algunos autores imprescindibles no se han interesado lo más mínimo en esa parte artesanal de la fotografía que era el laboratorio. Y no por ello son peores fotógrafos, no hagamos de la técnica una mística.

La técnica es la que cada fotógrafo necesita. Hay algunos que son muy exigentes en este apartado y sus fotos "sangran" y otros que se conforman con que la imagen pueda ser vista coherentemente. Es un asunto que carece de importancia final. Me interesa tanto un fotógrafo tan poco relevante en el aspecto técnico como Koudelka como un artesano cuidadoso y magistral en este aspecto como Adams. Personalmente trabajo con todos estos principios. Soy muy ecléctico al respecto y muy exigente si trabajo un tema en MF o GF pero paso muchas cosas por alto y me voy sólo al interés de la imagen si el trabajo ha sido hecho con 35mm.

Analógico o digital tampoco es relevante en mi opinión para medir la calidad de un fotógrafo aunque sea divertido discutir al respecto, como entretenimiento, que para eso estamos en los foros, además de para aprender de los demás o refrescar cosas que pasamos por alto.

El último escalón es aquel en el que uno pasa de cámara y de lenguaje y sólo se preocupa uno de conseguir buenas imágenes, de acuerdo a su sensibilidad, ideas y cosas realmente profundas de su psicología y personalidad. Aquí ya no se trata de imitar a nadie aunque las influencias, cuando se es honesto, pueden ser notadas por espectadores con conocimientos serios. Si la imagen es buena y funciona, todo lo demás es secundario. Al mismo tiempo se aprende que para obtener esas buenas imágenes no es suficiente con darse un paseo y mirar superficialmente la realidad. hay que meterse dentro del mundo que interesa, partir el terreno con los sujetos y dejar que la vida fluya sin alterarla con nuestra presencia y cámara.

Eso ya no está al alcance de todos ni todos pueden hacerlo pero es lo que separa a un gran fotógrafo de uno corriente al que de vez en cuando le suena la flauta. Para poner un ejemplo reciente que he señalado en otro hilo: las fotos de Anders Petersen sobre el Café Lehmitz sólo son posibles si, como él, acudes cada día y noche durante años, hasta ser uno más. Hay que pensar que el magnífico trabajo de Strand sobre los habitantes de las Hébridas escocesas fue hecho de esa misma manera: Strand alquiló una casa y no sacó la cámara hasta pasados meses de convivencia en la isla, cuando ya había dejado de ser un extraño y había sido aceptado.

Podría extenderme más sobre este tema pero sólo quiero que pienses un poco en ello. Y además me llaman a comer y eso sí que es irrenunciable. Salud para todos.

Esto me ha abierto los ojos más si cabe,

Doy las gracias a todos los amigos que con su amabilidad han juzgado mi post con mucha benevolencia. Sólo pretendo que la gente nueva o seminueva en esta actividad se dé cuenta de que la mejor y más segura actitud para progresar, una vez que saben utilizar su cámara, es olvidarse de las herramientas y tomar muchas fotos.

No hay que olvidar que la fotografía es un arte que procede por acierto y error. Hay que ver lo que han hecho los que nos preceden pero lo importante es pasar todas las horas posibles con la cámara en la mano, disparando. Tiempo llegará en que veas que tienes que montarte un proyecto a medio o largo plazo y centrarte en él. Condensar esfuerzos en lo concreto termina por pagarnos buenos dividendos.