Comparativa M6 con Tri-x Leica MM Monochrom

Leica está muy cansada del stock de cámaras y objetivos de segunda mano que siguen siendo utilizados con éxito y cuyo volumen de ventas es elevadísimo. Se trata de una operación mucho más perversa -lo de la MM- de lo que pueda parecer. Leica sería muy feliz si tal stock se devaluase. Para ello pondrá en juego todo su prestigio y a los fotógrafos sponsorizados.

¿Quién seguirá utilizando su clásica o su M analógicas si se compra una MM? Habría que ser muy masoca, coleccionista o mitómano sin solución.

No es fácil encontrar productos fabricados hace más de medio siglo y que, dadas sus excelencias, continúen prestando servicio. Pero eso es la ruina de Leica: sirve para darle prestigio y caché (también precio) pero el dinero lo mueven otros.

Hay que convenir, porque es cierto, que Leica fue imbatible en el terreno de la micromecánica (me refiero a las cámaras, dejo aparte los objetivos) pero ¿en qué es diferente un sensor, una placa base y una circuitería que ni siquiera fabrican ellos?

Mi opinión es un no rotundo a la MM, seguir alabando las conquistas de Leica en el mundo analógico y aconsejar al personal que siga con sus cámaras de película o compren una analógica de las buenas porque Leica, una vez consolidado el salto, ya no va a fabricar más.

¿Dónde está el problema? ¿Por qué el rápido desarrollo de lo digital? Voy a empezar por el principio, haciendo una afirmación desde el punto de vista (con perdón) de quien tiene una extensa cultura fotográfica: ningún autor, por bueno que sea, consigue hacer más allá de una treintena de fotos realmente memorables (en los mejores casos) en toda su vida fotográfica.

Se pueden hacer buenas fotos en el sentido de bien expuestas, bien compuestas y bien procesadas pero una foto memorable no está al alcance de la mayoría. Hay gente que en toda su vida no ha conseguido una sola.

Hay que patear mucho, si uno se dedica a la foto callejera, para conseguir fotos que vayan un poco más allá de lo meramente descriptivo. Si es retrato, son muchos los que hay que hacer antes de lograr esos que se quedan en la retina de los espectadores para siempre.

Nuestro trabajo o nuestra afición es perseguir eso, infatigablemente. Pero el arte fotográfico no es un arte como la pintura, en la que el autor puede manipular la realidad del modo que le convenga. Por el contrario, la fotografía procede por acumulación y selección. Es decir: tiramos para luego ser rigurosos a la hora de seleccionar lo que vale la pena guardar y enseñar a los demás.

Pues bien, volviendo al principio, cabe decir que la fotografía digital ha triunfado rotundamente no sólo por lo que tiene de inmediatez sino porque permite disparar y disparar sin coste, lo que equivale a decir: sin pensar. Y una cosa es que intentemos alinear mente, corazón y cámara o que practiquemos el tiro instintivo y otra -muy diferente- es no pensar.

Pensar antes o pensar después. Hay autores que han previsualizado tan sumamente bien que, una vez disparada la cámara, se desentendían del proceso pues sabían que la toma era buena o incluso buenísima. Otros necesitan ver las imágenes tomadas para decidir.

El fotógrafo tradicional le daba menos gusto al dedo de lo que se hace hoy. Ponía un carrete en la cámara y podía tirarlo en unos minutos o en semanas o meses. Todo eso da igual. Lo que quiero decir es que sólo disparaba cuando creía que tenía una foto. No solía gastar fotogramas "a ver qué sale o a ver qué tal". La técnica digital ha hecho -y no creo que sea bueno para el fotógrafo que aspira a tomar buenas imágenes- que la mayoría de nosotros dispare balas como si las regalaran.

¿Qué pensaríamos de un cazador que, en lugar de asegurar el tiro, dispara de cualquier modo y a todo lo que se mueva, fallando muchas veces y dejando animales heridos otras? Nosotros no dejamos heridos pero nos herimos a nosotros mismos cuando las tomas, una y otra vez, son fallidas.

Resulta un gran sacrificio no dispararle a todo siendo gratis las imágenes pero la cámara de fotos -si quieres ser un buen fotógrafo algún día- debería ser como la katana de un samurai del pasado: sólo era desenvainada para hacer sangre, de lo contrario se la dejaba quieta.

No he querido ponerme trascendente pero eran los ejemplos que me venían a la cabeza. Intenta disparar menos, conscientemente. Trata de asegurar, piensa a velocidad de vértigo si hay foto o no hay foto. No dispares a tontas y a locas.