Conversación con un sabio

Mi amigo JN es el hombre que más sabe de equipos fotográficos que yo conozca. Un saber de verdad, sin faroles. Un hombre capaz de construir un reloj con la perfección de un gran suizo o de meterle mano a cualquier cacharro que funcione mecánicamente. Nunca he visto a nadie igual.

Tiene además una colección de primera de aparatos fotográficos de todos los formatos, que conoce en profundidad, distinguiendo sus aciertos de sus errores. Seguramente, en aparatos, sólo le supera el dueño de Fotocasión en cuanto a número, no en calidad.

Esta tarde he charlado un rato con él por tlf y su visión del panorama es tan pesimista como la mía: las innovaciones fotográficas no se pueden amortizar, se han convertido en un capricho o en una forma de hacer -para los pocos estudios fotográficos que aún subsisten- que los clientes vean que se está a la última.

Se pregunta por qué, habiendo cámaras analógicas tan extraordinarias como las que existían antes del desastre digital, no hacen lo que deben hacer: buscarse la vida para acoplarles sensores digitales a un precio razonable. Eso incluye a las Mamiya, las Hassel, las buenas réflex analógicas, las grandes cámaras de GF.

Es una vergüenza que una joya mecánica, una cámara técnicamente perfecta como una Linhof bi-Kardan, no se pueda vender ni por 1.000 euros.

JN aconseja no vender, guardarlo todo. Mi apuesta personal es diferente: vender lo sobrante o repetido y quedarme con una sola cámara de cada formato y después conservar esas joyas para deleite de mis hijos y nietos.