Retrocediendo
- Bruno
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A mi me salen mejores fotos con el foto químico y al final esto se trata de sensaciones, ya que la mayoría no vivimos de ello.
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- rangefinder
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- Leicanista Maestro
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No se trata ni de marcas ni de formatos ni de procesos, tu sabes muy bien de que te hablo, solo quien tiene ese poso puede "comprenderlo" y no me refiero a entenderlo literalmente que cualquiera puede y no tacho de nada a quien no, Dios me libre, pero cuando lees y comprendes son emociones compartidas.
ibuyfilm.wordpress.com
ndmagazine.net/photographer/rangefinder/
Cualquier cosa que haga fotos...
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- Pascual
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Y luego... nos basta una mirada para sentir el mismo efecto, incluso sin negativo.
Amigos míos, hemos llegado a la mayoría de edad!!!
¡¡¡Viva la fotografía!!! -->> como mejor la disfrutéis.
Pero siento lo mismo que dice Francisco. Sin despreciar ninguna Hassel Digital o Fase One etc. Lo demás es "comercialitis crónica".
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- sǝɹpuɐ
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- tranquilo67
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Un saludo
"Supongo que a estas alturas ya muchos sabeis que me gusta la fotografía y me gustan las cámaras. Pues hace poco, con una de mis últimas cámaras ha sucedido. Estaba haciendo el carrete de prueba y de repente no estaba allí. No quiero decir que me la robaran ni nada por el estilo.
Simplemente desapareció. No estaban el ojo-cámara-escena. De repente estaban las escenas y el ojo. Nada más. La sensación más parecida ha sido en alguna ocasión montando en moto cuando de repente te ves tú y la carretera. Evidentemente las máquinas siguen ahí pero dejas de ser consciente de ellas, los dedos hacen lo que tienen que hacer sin pensarlo, no tienes la duda de si la cámara habrá captado lo que estabas viendo. Tienes la seguridad absoluta que lo que se ha captado es lo que estabas viendo tú, pero porque sabes que no hay diferencia entre la cámara y el ojo.
No es ni la primera ni la segunda cámara que uso. Y es más, hay cámaras que son auténticas maravillas (para mí, utilizar las Hassel es un verdadero placer) pero uno es consciente en todo momento de la cámara.
Esto ya me había pasado en momentos puntuales pero nunca con una máquina en su primer carrete y de manera consistente un fotograma detrás de otro. No digo de qué cámara se trata porque estoy convencido que a cada uno le puede suceder con una cámara distinta.
Nuestro compañero Bost (al que admiro), por ejemplo, es más de cámaras autofoco. Personalmente prefiero las de foco manual. Supongo que hay para quien el "hacer desaparecer a la máquina" será más fácil que les suceda cuantos más automatismos tenga la máquina. No lo sé. En mi caso es exactamente al revés. No quiero información en el visor que me diga lo que está haciendo o va a hacer la máquina. Eso ya lo sé y lo único que hace es hacerme patente la cámara.
Ojo, no estoy diciendo que una opción sea más válida que otra. Que una prioridad a la apertura sea peor que una exposición manual o que un autofoco sea peor que un foco manual. Lo que digo es que con la cámara adecuada uno no necesita pensar sólo hacer las fotos. No se necesita un LCD trasero para comprobar cómo ha quedado. Lo sabe y la cabeza ya está en la siguiente foto.
Pensándolo, entiendo cómo Ansel Adams decía que nunca hacía una segunda toma "por si acaso". Estoy convencido que no era prepotencia sino esa certeza absoluta.
No sé, igual esto le sucede a todo el mundo y yo soy el único al que sólo le ha sucedido de vez en cuando."
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- fran_br
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Mi ultima salida con mi sony 7 la recuerdo bien, 5000 fotos a Timón y Pumba en el parque natural Marcelle. Ni las revelé. Viaje a Londres 5 días.. 6 carretes de formato medio que revelo con mucho gusto en casa, sonriendo solo en el baño cada vez que abro el tanque de revelado.
Llámale fetichismo, llámale nostalgia, llámale como quieras, pero yo prefiero el analógico, desde mi punto de vista te hace sentir más.
Saludos!
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- molenyo
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tranquilo67 escribió: Este post de Brandt me ha recordado uno que puse hace un tiempo en otro foro y que pego a continuación. En aquel no nombraba la cámara (que era mi M3). Yo no me dedico profesionalmente a la fotografía por lo que me puedo permitir el lujo de disfrutarla. Para mí, una vez más, no es cuestión de digital vs. analógico es cuestión de las sensaciones y entiendo que haya a quien le suceda con las digitales (de las cuales tengo varias). A mí no.
Un saludo
"Supongo que a estas alturas ya muchos sabeis que me gusta la fotografía y me gustan las cámaras. Pues hace poco, con una de mis últimas cámaras ha sucedido. Estaba haciendo el carrete de prueba y de repente no estaba allí. No quiero decir que me la robaran ni nada por el estilo.
Simplemente desapareció. No estaban el ojo-cámara-escena. De repente estaban las escenas y el ojo. Nada más. La sensación más parecida ha sido en alguna ocasión montando en moto cuando de repente te ves tú y la carretera. Evidentemente las máquinas siguen ahí pero dejas de ser consciente de ellas, los dedos hacen lo que tienen que hacer sin pensarlo, no tienes la duda de si la cámara habrá captado lo que estabas viendo. Tienes la seguridad absoluta que lo que se ha captado es lo que estabas viendo tú, pero porque sabes que no hay diferencia entre la cámara y el ojo.
No es ni la primera ni la segunda cámara que uso. Y es más, hay cámaras que son auténticas maravillas (para mí, utilizar las Hassel es un verdadero placer) pero uno es consciente en todo momento de la cámara.
Esto ya me había pasado en momentos puntuales pero nunca con una máquina en su primer carrete y de manera consistente un fotograma detrás de otro. No digo de qué cámara se trata porque estoy convencido que a cada uno le puede suceder con una cámara distinta.
Nuestro compañero Bost (al que admiro), por ejemplo, es más de cámaras autofoco. Personalmente prefiero las de foco manual. Supongo que hay para quien el "hacer desaparecer a la máquina" será más fácil que les suceda cuantos más automatismos tenga la máquina. No lo sé. En mi caso es exactamente al revés. No quiero información en el visor que me diga lo que está haciendo o va a hacer la máquina. Eso ya lo sé y lo único que hace es hacerme patente la cámara.
Ojo, no estoy diciendo que una opción sea más válida que otra. Que una prioridad a la apertura sea peor que una exposición manual o que un autofoco sea peor que un foco manual. Lo que digo es que con la cámara adecuada uno no necesita pensar sólo hacer las fotos. No se necesita un LCD trasero para comprobar cómo ha quedado. Lo sabe y la cabeza ya está en la siguiente foto.
Pensándolo, entiendo cómo Ansel Adams decía que nunca hacía una segunda toma "por si acaso". Estoy convencido que no era prepotencia sino esa certeza absoluta.
No sé, igual esto le sucede a todo el mundo y yo soy el único al que sólo le ha sucedido de vez en cuando."
Excelente comentario que comparto totalmente. Y resalto lo que comentas al principio.
Saludos
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- Spatumba
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Para mi esa es la gran diferencia entre fotografiar con película o en digital. En mi caso el porcentaje de fotos "decentes" con carrete respecto a las que hago en digital es mucho mayor; y sí, hago mejores fotos con carrete.
Como dice Brandt, una a una y todas pensadas.
No me ocurre lo mismo con la digital.
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- maximilian
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Personalmente disfruto mucho de las cámaras de película y hay algunas que me tienen enamorado (algunas Leica y casi todas las Contax). También veo las ventajas que habéis expuesto en cuanto al respeto por las tomas y el placer de ver las fotos impresas.
Mi gran problema es que cuando veo las fotos que he tomado, les doy valor por el mero hecho de ser fotos en película. Algunas veces estoy mirando una foto y me doy cuenta que me gusta sólo por el mero hecho de estar tirada en película, seguramente esa misma foto hecha con una cámara digital acabaría borrada u olvidada.
En definitiva, me da la sensación que me resulta difícil ser objetivo con las fotos. Quizás es la falta de experiencia pero por el momento me da la sensación de ser más critico con las fotos digitales.
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- agsfoto
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- Brandt
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A mí me encanta el digital para trabajar en las cosas de comer: es inmediato, si has hecho algo mal lo puedes corregir rápidamente, etc. Todavía recuerdo, con espanto, cuando había que hacerlo en película: te dabas la paliza de coche, hacías tus fotos, pasabas por el labo y después a montar el trabajo. Esa rutina tediosa formaba parte de una existencia en la que, para comunicarme, tenía que parar en carretera, acumular monedas e irlas echando en el aparato para que no se cortara.
Ahora hago las fotos con una Canon y, si es necesario, viajan por delante de mí para que otros puedan ir trabajando con ellas. Si hay dudas tiramos de móvil y con una tableta puedo hacer casi todo. A veces hasta hacer las fotos con ella e ir anotando cosas encima. El día que inventen el teletransporte seré feliz aunque eche de menos los bares de carretera, al camionero con conversación y la maciza de la barra. Gracias a la tecnología ahora soy mucho más eficiente en mi trabajo. No mejor pero sí más eficiente en el sentido de la rapidez.
Pero luego, fuera del trabajo de todos los días, no soy capaz de tomarme en serio las cámaras digitales. Lo he intentado en serio, de verdad. Me he tirado temporadas enteras con la sola compañía –a propósito– de una digital. Por alguna razón que se me escapa, y que seguramente es defecto mío, no consigo dejar de sentir la cámara como una interposición entre la escena o el sujeto y yo. La cámara sigue ahí todo el tiempo, no desaparece.
Hablar de buenas o malas fotos con uno u otro sistema carece de sentido porque hablamos de experiencias puramente personales. La cámara es una herramienta, como bien se ha dicho, pero quienes tenéis costumbre o gusto de hacer cosas con las manos sabéis que uno no se siente cómodo con cualquier herramienta. Por razones que no vienen al caso una parte de mi vida transcurre entre artesanos que controlan muy bien su oficio y observo que a ellos, con sus gubias, cinceles o cepillos, les pasa lo que a mí con las cámaras: se sienten mejor con unos y no con otros. hasta les he visto lamentar la pérdida o el robo de una herramienta como si fuera más que un objeto inanimado que se puede reemplazar. Ya sabéis que HCB lo elevaba al paroxismo: cuando Leica le mandaba un nuevo modelo de cámara o lente para que lo probase solía meterlos con mucho cuidado en un cajón –le daban miedo– y se olvidaba hasta que era inevitable el cambio.
¿Le llamamos fetichismo? No tengo el menor problema en hacerlo. También guardamos como oro en paño el recuerdo único de aquella persona a la que tanto quisimos aunque ya no esté a nuestro lado. La relación empática con otros seres y objetos facilita mucho la vida.
Pero la película es otro cantar, ahí ya podemos hablar de un modo más racional y dejar a un lado los sentimientos. Hay fotógrafos que han nacido directamente con el digital y ni siquiera entienden –ni les hace falta– cómo funciona la película. El presente y el futuro es de ellos y sólo cuando ven en el mundo real los positivos de un fotógrafo del pasado al que admiran se sienten como si les hubiera pateado una mula. ¿Qué pasa aquí? ¿Por qué mis positivos no tienen esas cualidades? ¿Qué hace a la imagen venir hacia mí? Y pueden creer que es un problema de procesado en el ordenador. Acuden al libro del gurú sin entender que lo más de un positivo digital es que sea muy efectista –es lo que sabe hacer el gurú– porque es el único modo de distinguirse de la masa. El efectismo, para muchos de nosotros, seguramente es un recurso de muy escaso valor ético.
La propia naturaleza de una imagen química es por completo diferente a la misma tomada con un sensor digital. En la primera hay un soporte que tiene 3 dimensiones. Exactamente 3 porque un fotograma no es sólo largo por alto sino que la emulsión fotográfica (gelatina en la que están suspendidas partículas de plata que, a su vez, son tridimensionales) tiene un grosor que implica efectos en el positivo (también dotado de esas cualidades tridimensionales) que todavía no son alcanzables con ceros y unos.
Hay fotógrafos que se han adaptado muy bien al cambio. Digo esto suponiéndolo porque cuando veo las fotografías mi impresión es que lo hacían mejor con película. Cuando les pregunto –todos gente de cierta edad– confiesan que es por comodidad, que no les quedan años para pasarlos en el cuarto oscuro... Los mismos argumentos que me doy a mí mismo. Los entiendo y son razonables porque ya digo que son los míos también: producir una muy buena imagen en el cuarto oscuro es una tarea que tiene su aquel. No todos podemos ser grandes printers, algo que se entiende perfectamente si aplicamos la máxima de Ansel Adams 'El negativo es la partitura y el positivo la interpretación'. Lo más normal es que no seamos capaces de sacar ni siquiera lo que el negativo contiene si no entramos en el oficio y le dedicamos tiempo. Imaginad que, aun extrayendo bien la información del negativo, todavía no tenemos una buena copia, del mismo modo que un violinista no interpretará bien la partitura reproduciendo sólo las notas.
El mundo de los sentimientos es muy viscoso y resulta fácil extraviarse en él pero los hechos son tenaces y terminan imponiéndose. Estoy seguro de que, a medida que los aficionados jóvenes vayan frecuentando exposiciones de los clásicos se irán haciendo preguntas y buscando respuestas.
Es un placer polemizar en este foro, con personas siempre exquisitas en los modos y argumentos.
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- Brandt
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- Fuera de línea
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gerard_alis escribió: En fin, yo me quedo con que tengo que mirar más positivos originales, aunque hasta ahora no he tenido una percepción distinta con ellos, fueran hechos con cámaras de 35mm o de gran (enorme) formato como las de Philippe Halsman.
Se positivamente que en el futuro fotografiaré en carrete; no me engaño, mi fotos serán igual de zarrapastrosas que ahora, pero será una buena experiencia, de eso no hay duda, aunque sin Kodachrome, que es lo que le daría alegría de verdad al jamelgo.
Pues sí: como a Kodak se le ocurriera volver a poner en el mercado el Kodachrome íbamos a aplaudir hasta con las orejas. Pero no creo que tengan ya ni las máquinas. Recuerdo cuando el último labo en USA que todavía procesaba esa película anunció que lo dejaba. La red ardía por los cuatro costados.
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