La emoción de revelar en cubeta

El revelado de película en 35mm y medio formato o MF se ha convertido en algo muy cómodo, que podemos hacer a plena luz salvo durante el momento de colocar la película en la espiral.

Para revelar placas existen también algunos tanques como los Jobo para las procesadoras CPA-2 o ATL. Sin embargo, pocas cosas hay tan emocionantes como revelar las placas en cubeta. Yo suelo utilizar un revelador con base en el ácido pirogálico. Es un revelador muy especial, que viene utilizándose desde el siglo XIX, y cuya oxidación comienza en el mismo momento de ser mezclado.

Preparo los ingredientes en polvo, bien pesados en una balanza de precisión (no sirven las de los camellos de droga), el agua a su temperatura de trabajo y voy incorporando los productos químicos en un orden predeterminado. Mientras tanto, he preparado mis cubetas, más grandes o pequeñas dependiendo del formato de placa, con fijador fresco una y dos con agua, más otra vacía en la que verteré el revelador.

Mi orden, de derecha a izquierda, es: revelador, agua, fijador, agua. Apenas he vertido el revelador en su cubeta apago por completo las luces (oscuridad total) y extraigo un par de placas de su chasis correspondiente. Las coloco con las caras emulsionadas hacia afuera y las pongo dentro del revelador, procurando que todas las caras (cuatro) queden bien impregnadas. En este momento pongo en marcha uno de los dos relojes de laboratorio. Como las placas se puede rayar con suma facilidad dada su amplia superficie y los picos de cada esquina, han de ser agitadas con sumo cuidado. Yo uso unos guantes de nitril que desecho cuando veo que ya están demasiado utilizados. Manejo, pues, las placas con las manos, volteándolas a cada minuto de revelado.

Agotado el tiempo de revelado, las coloco para un enjuague en la segunda cubeta, que sólo contiene agua. Para frenar la acción del revelador es suficiente con agua limpia. La actividad del revelador, a partir de ahí, es despreciable.

Después van al baño de fijado. He dicho antes que siempre utilizo fijador fresco, nunca lo reutilizo. El fijador es barato (aún más si te lo preparas tú) y no vale le pena correr el riesgo de un fijado improcedente que terminaría por arruinar el negativo.

A la mitad del tiempo de fijado ya puedes dar la luz y ver los resultados aunque el fijador siga trabajando hasta agotar el tiempo previsto.

Después pasan las placas a una segunda cubeta de agua limpia para enjuagar el exceso de fijador y de ahí a la primera cubeta de agua, que ya habrá sido lavada y rellenada con Hypo-Clearing Agent, un baño anti-hypo para eliminar por completo el fijador, muy peligroso si permanece en la emulsión fotográfica para la correcta conservación de la misma.

Después van directas a un lavado en profundidad de 10 minutos de duración, con el agua entre 24 y 27 grados. Acabado éste, medio minuto en Photo-Flo o cualquier agente humectante, anticalcáreo, y a colgar en lugar seco y exento de polvo.

Un proceso que, contado, parece más largo y tedioso de lo que realmente es. Por el contrario, es una forma muy intensa de vivir, continuando, el acto fotográfico.