Harto de perderle dinero al digital

Bien, claro que sí, que hay que saber lo que uno compra y para qué lo compra. Lo que sucede es que, cuando ya vas teniendo muchos años, tu vida se ha llenado de cosas: has acumulado una cantidad ingente de libros, –a lo mejor–, de discos, de cachivaches varios y, si una parte importante de tu vida ha sido la fotografía, también de cacharros fotográficos. Han ido llegando por diversos medios a lo largo de tiempo: compras, regalos, cambalaches... Y los has ido dejando ahí porque tal vez no has necesitado venderlos hasta que un día te das cuenta de que tienes dos armarios llenos de toda clase de cámaras, objetivos y aparatos que en determinado momento te hicieron la vida más fácil.

En mi caso fui muy reticente a hacer uso del digital salvo para el trabajo alimenticio. Me apunté apenas aparecieron las primeras cámaras porque la inmediatez era una ventaja muy grande. Pero siempre estuvieron limitadas a esa parte de mi vida, el trabajo que da de comer. Mi placer, mi gusto, mi amor, seguía siendo la fotografía química. He recorrido con ella el trayecto que va desde pedir turno en el Colegio Mayor para positivar hasta ser dueño de un laboratorio equipado profesionalmente con lo mejor. Bien, no lo digo por presumir y siento ofender sensibilidades si alguna se ofende: tuve suerte y pude permitírmelo.

No fue hasta hace unos pocos años que decidí darle una oportunidad a la fotografía digital para hacer trabajo vocacional. Si se hubiera tratado de blanco y negro creo que no hubiera dado el paso pero se trataba de color. Me vi otra vez cargado con metros y metros de película, el coñazo de los aeropuertos, desplazarme con tanta impedimenta... Dudé mucho y me dije que a hacer puñetas, que lo iba a probar y si no daba resultado pues repetiría y punto (era más joven y mi salud mejor). Puse una M9, una Panny con un 20, un 35 y un 50 de los pequeñitos de Leica, un puñado de tarjetas y un disco duro con pantalla. Y funcionó. Cuando el trabajo acabó en papel decidí que no volvería a viajar cargado como una mula.

Ya no hago GF pero me produce mucha melancolía no hacerlo. Tampoco hago FM y me pasa lo mismo. Conservo mis cámaras porque no hay una sola entre ellas que no haya sido utilizada, algunas hasta despellejarlas y otras han servido de recambio posible y se han quedado casi intonsas. Me ha pasado más comprar y no usar con ciertos objetivos de focales con las que habitualmente no haces nada pero un día te entra el reconcome del ¿y si me hiciera falta y dejo pasar la ocasión?

Con todo, mis mayores errores han sido compras digitales. Con una cámara de película no hay trampa ni cartón: sabes que los resultados son invariables en lo técnico siempre que uses lo mismo y de la misma manera. Pero ha llegado todo esto de la informática (aunque llevas usándola desde el su comienzo para otras cosas) y un día decides que ya no quieres perder más días de tu vida metido en un cuarto oscuro y la crisis económica, que a todos nos alcanza, no te permite seguir manteniendo un ayudante. Se acabaron, de golpe, el GF, el FM y el laboratorio, los viajes largos a países donde no puedas tener una asistencia sanitaria acorde a tu situación actual... Y ya no sabes qué hacer, si reducirte a lo básico indispensable o pegar un puñetazo en la mesa y ponerte el mundo por montera, a la mierda todo y el que venga detrás que arree. Ahí anda uno.

Para el trabajo alimenticio las cosas no me ofrecen la menor duda: Canon y sus cañones me resuelven espléndidamente todos los problemas. Pero me parece una especie de atentado hacer fotos por la calle a la gente con eso, aunque ya ves que hay gente muy buena que no se corta un pelo.

¿Qué es el purismo? ¿A qué lugar termina por llevarte? Puede ser muy divertido utilizar una cámara de hace 50, 60 o 70 años y, a veces, tienen ventajas funcionales que las cámaras más modernas abandonaron en su afán por democratizar el oficio o, al menos, la actividad. Puedes hacer una foto espléndida con una cámara dotada de todos los adelantos técnicos pero también con una Barnack o una M sin fotómetro. Si sabes calcular bien la exposición no tiene por qué haber diferencia, siempre que se trate de b&n.

Otro problema, bien diferente, es qué vas a hacer con el contenido de esos dos armarios. Cuando leí hace unos días que nuestro colega Mr X había terminado llevando a un vertedero un proyector de diapositivas de la marca Leica me entró una desazón tremenda. Que un aparato tan bueno, con el que yo soñaba de joven pero no me podía permitir y a lo más que llegué fue a un Rollei, que tampoco son malos pero no tan excelentes como el que ha debido tirar el compañero de foro, es un verdadero golpe bajo. Como en las riadas, quedan marcas: hasta aquí llegó el agua Y lo mismo que mirando esas marcas uno se queda entre asombrado y espantado, con el hecho de saber que se ha tirado un proyector Leica a la basura porque nadie estaba dispuesto a pagar nada por él te entran ganas de salir corriendo, de atornillarte un dedo en la sien para decir que estamos locos, que algo está muy mal y ni siquiera sabemos lo que es.

gerard_alis escribió: Los tiempos pasan... y hay cosas que quedan obsoletas, como un proyector de diapositivas, que ya nadie utiliza, o los videos VHS (los beta y otros también se devaluaron rápido recordáis? ). La última fábrica que los montaba chapó hace pocos meses.

En cambio lentes manuales de SLR como Konica, Olympus u otras se pagan a buen precio, a menudo exagerado, en ebay o foros de fotografía, y tienen vida para rato, entre otras cosas, precisamente, por esos engendros digitales que se devaluan tan rápido, pero curiosamente, permiten montar objetivos del año de la catapum.

Creo que nos nubla un poco la nostalgia de otra época.

Seguramente. Y parte de miedo al porvenir. El caso es que hay muchos fotógrafos que tienen un archivo de diapos impresionante. Yo no le hice ninguna oferta a Mr X porque tengo, además del Rollei para paso universal, otro para FM. Pero me quedé con las ganas de hacérsela, te lo aseguro. Esa lente...

Y no se puede donar o regalar en vez de tirarlo a la basura?