Unas reflexiones sobre el futuro de la fotografía profesional o avanzada.

Nunca ha habido tantas cámaras funcionando como en el tiempo presente. Casi se puede decir que todos los ciudadanos del primer mundo tienen una o tienen, al menos, la que incorpora su teléfono móvil. Del segundo mundo, al menos el que yo conozco, no se puede decir lo mismo pero es cuestión de tiempo.

Leí hace unos meses la estimación de imágenes tomadas diariamente y era una barbaridad de millones, de las cuales sólo una pequeña proporción pasan al papel, corriendo el resto la suerte de todo lo efímero y sometido al dictado de la obsolescencia programada.

Por otro lado, los medios que incorporan esas cámaras y móviles hacen que -más o menos- sea casi imposible tomar una instantánea inservible, como ocurría en tiempos de lo analógico, antes de los automatismos y las mediciones matriciales. En resumidas cuentas: el más tonto puede hacer una foto y, si tiene suerte y se encuentra en el tiempo y lugar adecuado, puede ser que foto tenga un gran interés.

Hay que pensar cómo eran las cosas en tiempos analógicos y, si bien es cierto que los fotógrafos de cámaras grandes eran técnicamente irreprochables, no lo es menos que los fotógrafos de 35mm solían primar el interés de la escena sobre los aspectos técnicos. Quien haya visto al natural muchos positivos del padre Cartier-Bresson sabe que digo la verdad: la mayoría de sus fotos están algo desenfocadas o trepidadas. Basta con saber que no usaba fotómetro y calculaba la luz a ojo, que solía enfocar por zonas y ver cómo trabajaba en la calle para entender dónde ponía su interés y el acento. Sin embargo, todos lo sabéis, sus imágenes suelen ser magníficas, inolvidables.
Recuerdo la anécdota de Robert Capa al salir del lanchón en las playas de Normandía y, al mirar en torno suyo, ver a todos los que iban con él muertos y el agua del mar teñida de rojo. Parapetado tras una defensa metálica temblaba hasta el punto de no poder disparar su cámara. Las balas de las ametralladoras barrían el agua en torno, buscándole. Cuando se rehizo anímicamente disparó varios carretes y, más tarde -con la playa tomada por los norteamericanos- envió los carretes a Magnum para que los revelasen. Lo paradójico es que ni uno solo de los fotogramas estaba enfocado.

¿A dónde conducen estos apuntes, qué quiero decir con lo expuesto? Voy directo: al hecho de que ya no son distinguibles las fotos de los aficionados de las de los profesionales o amateurs avanzados. No se mencione a los fotorreporteros bélicos porque esa es otra historia. Hablo de la foto creativa, documental, la que ilustra la vida presente y deja testimonio de cómo fuimos a las generaciones venideras.

Ante eso, ¿qué hacer? Elegir medios de trabajo que nos distingan, bien porque trabajamos con medios que el fotógrafo digital al uso no puede permitirse, bien por un retorno a las técnicas tradicionales y a los formatos que no están a su alcance. Y me refiero en concreto al medio y al gran formato, al valor artesanal, a la copia bien hecha en papel baritado y con calidad de archivo. En definitiva, en este tiempo de adocenamiento, de consumismo, de tecnología que piensa por ti, mandar todo eso al carajo y volver a hacer las cosas con la cabeza y con las manos.

jhon escribió: Pero tiiiiooo si hace dos dias dijistes que ibas de cabeza al digital a tope.
Yo defiendo estas palabras tuyas y muy particularmente desde precisamente hace unos dias igualmente, al completo.
Desde que tengo el labo disfruto como nunca, ni scanner ni leches, a papel. Estoy pasando a papel el material y ahora con el rebelador de ilford queda de muerte (pasiego nada que ver con lo del otro dia, ya veras).
Llevo tiempo, ocho años, diciendo que vamos a volver en alguna medida al pasado en todos los sentidos.
Desde hace tiempo se ve y se escucha que se esta retomando el analogico, me refiero a la gente que sabe algo de fotografia y a los que saben que aquello era bueno y autentico y no una electronica tecno-invencion de luz y color.
En resumidas cuentas que seguimos 50 años detras del resto del mundo civilizado, en esa otra parte del mundo nunca se dejo el analogico.

Ya colgare algunas fotos, aun con todo hay que servirse de eso, de la electrogafia.

Utilizar medios que el tío del móvil no puede utilizar. Imagina que con la cámara de respaldo digital hago una toma. La convierto en negativo con Photoshop y la imprimo sobre ese plástico similar al de los negativos (Duratrans o algo así, creo que se llama). Puedo tener un negativo de 40x50, 50x60 o incluso más. Eso me permite utilizar una técnica de contacto como la del carbón (en los USA se puede comprar el tisú ya preparado, listo para cortar a la medida que desees). Tomo un buen papel de dibujo o acuarela y paso la imagen con el tisú. La calidad es preciosa y la duración ilimitada, probablemente superior a la del papel baritado.

Bien, habré partido de una toma digital pero el resultado final es completamente analógico. Es algo muy parecido a lo que hace Sandy King, de quien os hablé aquí hace unos días, pero él usa una Mamiya 7 como punto de partida. Es decir, mientras que yo pretendo hacer toma digital>negativo digital>positivo analógico él hace toma analógica>negativo digital>positivo analógico.

Por cierto que Sandy viene casi todos los años a España y si hubiera 10 o 12 personas interesadas nos podría hacer un taller sobre la técnica al carbón.

xagile escribió: Pues si señor, que tienes toda la razón.
Todo cambia y no podemos darle la espalda a los cambios. Pero es cierto que en la vorágine en la que estamos todos (1er mundo) metidos, a veces, a los que nos apasiona la fotografía aunque no seamos buenos fotógrafos, por lo menos a mí, me apetece salir de la instantaneidad de la pantallita, del resultado inmediato y sentir esa pequeña ansiedad del revelado o la espera de dos o tres días del laboratorio. Más calma, hace falta un poco más de pausa, que ya de por si el mundo va muy deprisa, y como dice Brandt, despues casi ninguna foto acaba en papel. Hay maravillosos fotógrafos que hacen maravillas en digital, y no se les puede negar a muchos que han investigado y han descubierto buenas técnicas, sobre todo de procesado con resultados excelentes, pero la gran mayoría detiene ese momento mágico con su móvil, y la magia muere tras el segundo posterior a verla en la pantalla, esa imagen desaparece en su mayoría a la vez que ese teléfono pasa de moda o se estropea. El negativo también desaparece, pero lleva otro ritmo, lo suyo no son los segundos, ni tan siquiera para disparar, son años y hasta siglos, igual que la fotografía analógica, de momento va para 2 siglos.

Lewis Hine, Robert Capa, Ansel Adams, Henri Cartier-Bresson. ¿A que sí?

Eso está pasando en todas partes, los de la BBC se están dividiendo en dos grandes grupos: los que van a más y los que van a menos. Los que van a más quiere decir los que se preocupan de adquirir equipos digitales punteros para que los otros no puedan competir y se dedican a un estrato social más alto, que también existe.

A mí la fotografía, en conjunto, me cuesta dinero. Hasta ahora puedo permitírmelo pero todo dependerá de cómo marche el país. Lo que sí tengo claro es que el dinero de la fotografía sale de la fotografía.

Yo no empecé haciendo ningún taller. Allá en 1972, cuando me casé, un familiar rumboso me regaló una Leica M4 con un Elmar 50 nuevo. Antes ya le había dado caña con otras cámaras pero esa fue mi primera cámara de verdad, la mía. Sé que fui muy afortunado. Aprendí a golpe de errores, buscando aquí y allá. Pero siempre he tenido una mente curiosa y abierta, así que tampoco me importó mucho. El año siguiente, 1973, conocí a Cristóbal Hara -a mi juicio uno de los mejores fotógrafos con que contamos- y ya me enseñó algunas cosas que me ayudaron bastante. Él trabajaba entonces con una M2 y un 35 pequeño del que no recuerdo modelo. A Cristóbal, a pesar de haber expuesto en el Victoria and Albert Museum de Londres y en las mejores galerías del mundo, de tener bastantes libros publicados (los dos últimos por Steidl, el mejor editor europeo de fotografía) también le cuesta dinero.

En esto de la fotografía creativa las ventas son ocasionales. La pasta está en la fotografía comercial o en el reportaje de guerra, si aciertas. Cristóbal y yo pasamos de los 60 y en la fotografía de guerra no hay fotógrafos viejos, así que es mejor que la fotografía siga costando algo de dinero y mantenerse libres.

Mi verdadera instrucción como fotógrafo me la dio Rafael Sanz Lobato, último Premio Nacional de Fotografía. Un gran fotógrafo pero sobre todo un gran técnico en todos los órdenes de la fotografía: toma, procesado y laboratorio. Un hombre de una finura técnica inalcanzable para casi todos los demás. En realidad mis conocimientos profundos a él se los debo, así como mi técnica en medio y gran formato y en el laboratorio.

Con los años yo he hecho mis propias aportaciones, tanto a mi propia técnica como a la de otros. Tengo un par de reveladores no patentados con los que -como dice mi amigo JC, que los usa- me hubiera hecho rico en los años dorados. Bah, todo eso da igual. Lo importante es el presente y aquí estoy, tratando de aprender y dominar un lenguaje nuevo y tratando de ser capaz de unir lo nuevo con lo antiguo, en el ámbito de la fotografía en blanco y negro, pues en el del color creo que la suerte está echada.

Aunque uno sólo amplíe a 40x50 es de cajón que cuanto más grande sea el negativo o el sensor mayor calidad y cantidad de matices va a lograr. También mejor definición. De hecho, toda mi serie sobre las máscaras en las festividades religiosas españolas, que fue hecha con cámara de placas de 20x25, se positivó a esa medida, 40x50. Te aseguro que, a simple vista, notas que aquello no ha partido de un 35mm.

jhon escribió: Joer, pues si a ti que te dedicas profesionalmente a ello segun dices y te cuesta dinero pues yo que regalo las fotografias en papel.......

Dedicarse profesionalmente a algo no quiere decir vivir de ello. Si coges a los pros españoles (no comerciales, es decir, no BBC, no moda, no publicidad, etc) verás que sólo 3 o 4 viven de la fotografía, no necesariamente los mejores. La fotografía creativa no da dinero y hay que tener otra fuente de ingresos, bien la enseñanza, ser rico por tu casa, tener unas rentas saneadas o ser dueño de un negocio que vaya bien. No es una situación nueva, por otra parte.