Cuánto aprecio mi Canon 5-DSr

Para un trabajo alimenticio pocas cámaras digitales he visto que le tosan a la 5-DSr. La puñetera lo tiene todo, más de lo que un solo fotógrafo va a utilizar. Pero que ofrezca tantas posibilidades de uso está bien porque se dirige a un abanico amplio de usuarios.
La resolución del sensor es tan buena, 50mp, que no todos los objetivos de Canon sirven para ella, al punto de que el fabricante ha elaborado una lista de los aconsejables. Y es que con esa resolución y en 24x36mm todo defecto en la toma sale cantando por bulerías.
A mí me va muy bien, me paso días enteros currando con ella y no me defrauda, es como esos coches fiables que no te dejan tirado. Una todo terreno, muy versátil, que pasa de ser una cámara de reportaje con un 35 o un 28 de los pequeños, indistinguibles de los pata negra a f/8, a otra que lo mismo se puede utilizar en moda que en producto (yo la utilizo para tomas de arquitectura).

Nuestras queridas Leica son cámaras cortitas en el uso, con una vocación muy clara de cámara para callejear o –ahora parece ser su principal cometido en términos de usuarios– para las fotos familiares, vacaciones, recuerdos, etc, de gente con afición y recursos económicos.
En este terreno hay camaritas que le disputan el sitio: Nikon 35Ti, Contax T3, Minolta TC1... todas ellas excelentes, de bolsillo y muy utilizables. Ninguna de ellas tiene el glamour Leica ni va a recibir el guiño del entendido cuando te lo cruces por la calle pero, en términos puramente fotográficos, son capaces de darte unos positivos de exposición. Ahí está el monstruo del Café Lehmitz para demostrar con hechos que se puede ser muy grande con una cámara muy pequeña.
En fin, una reflexiones sin importancia.